A partir del año 1977, el Grupo de Tareas de la ESMA montó una estructura similar a una agencia de noticias con prisioneros obligados a realizar trabajo forzado. Esta zona fue dividida en una serie de oficinas, de paneles de acrílico transparente, separadas una de otra y ubicadas a lo largo del pasillo central. El Centro Clandestino de la ESMA tuvo tres modos de trabajo forzado: el mantenimiento del edificio, la falsificación de documentos y, por último, una tarea intelectual, que consistía en la realización de traducciones, análisis de datos políticos y desarrollo de propaganda.
La tarima recorre el espacio para dar lugar a cuatro cubos de vidrio donde se muestran imágenes de material periodístico de la época. A su vez, una instalación de sillas evoca el lugar de trabajo esclavo y sonidos de teletipo y máquinas de escribir.