ADRIANA TABOADA

Este septiembre 2020 tuve el placer de compartir como cronista la Visita de las Cinco que organiza desde hace varios años el Museo Sitio de Memoria ESMA. Fue una jornada extensa, con muchxs invitadxs de las dos orillas rioplatenses, representantes de las gestiones de preservación de centros clandestinos, compañerxs sobrevivientes, familiares, investigadores.

Sostener estas iniciativas en el marco de la pandemia, sin posibilidad de presencialidad, es muy valorable y un desafío, pues son muchos los inconvenientes a resolver, fundamentalmente el de conectividad. A veces esos inconvenientes no logran superarse. AsÍ pasó con la intervención de Emilio Vanhoutte que pertenece al equipo de Comunicación e Investigación del Sitio de Memoria Automotores Orletti, que pese a la insistencia y sus ganas, no pudo compartir su tarea por las dificultades con la conexión virtual. No queríamos dejar de nombrarlo en esta crónica que busca dar un testimonio de la actividad y de quienes allí estuvieron para hacer un aporte a la difusión y visibilidad de la tarea que se desarrolla, en ese caso desde el centro clandestino que, como se explicó, fue base del Plan Cóndor en Argentina y funcionó sólo unos meses en 1976.

Respecto del encuentro diremos que el amplio abanico de ricas experiencias, algunas contadas en primera persona, como la de Luis «Lucho» Ruiz, permitió tomar dimensión (una vez más) de la historia de luchas y construcciones políticas que tanto nos hermanan. A veces nos cuesta reconocer que estamos en dos orillas pero que el río no nos separa sino que nos une al mismo camino, el de las vitales luchas populares buscadoras de las grandes transformaciones económicas, políticas y culturales.

Quienes sí lo entendieron fueron lxs norteamericanxs y lxs franceses: ellxs supieron reconceptualizar la idea de frontera. Comprender esto nos parece fundamental: hay un límite político y territorial que hace a la idea de Nación y que controla nuestros movimientos a través de las geografías. Pero para el poder genocida la realidad fue otra. Dieron porosidad al límite como parte de sus prácticas, buscando eliminar al “enemigo interno” y avanzar en el control y disciplinamiento social.

Para Estado Unidos, con su Doctrina de Seguridad Nacional como marco rector, territorio y poblaciones que no dominaran, quedarían en manos del comunismo. Esa fue para ellos la única línea divisoria con posibilidad de dibujarse en el mapa planetario. De allí el desarrollo del Plan Cóndor como modo de poder llevar adelante una acción en red, coordinada y colaborativa. Sara Mendez y Thelma Jara de Cabezas, una uruguaya y la otra argentina, son un ejemplo claro de la fluidez con que se manejó el Imperio en ese ir y venir de represores, torturadores y torturados, información y operaciones de prensa.

Sara pudo contarnos su secuestro y cautiverio en el centro clandestino de detención Automotores Orletti, en plena ciudad de Buenos Aires, y recordarnos la desgarradora experiencia vivida en ese espacio, donde además fue separada de su hijo de pocos días de vida, con quien logró reencontrarse tras 26 años de perseverante lucha. Los dolores que se suman tan injustamente. Sara junto a otrxs compañerxs uruguayxs, militantes del Partido por la Victoria y el Pueblo (PVP) fueron trasladados clandestinamente desde su cautiverio argentino a Montevideo. Se produce entonces el despliegue represivo para capturar a “lxs subversivxs” en un supuesto encuentro social. Buscando mucha visibilización para la acción, esta se concreta un sábado a la noche en una casa especialmente alquilada para este operativo en el balneario de Shangrilá. Así se logra la legalización de lxs secuestradxs, hasta ese momento desaparecidxs. Este montaje escenográfico se completó con una importante operación de prensa conocida como “Chalet Susy”, que instala el relato que la dictadura necesitaba, mostrando la violencia terrorista apresada en una casa llena de armas y propaganda política. Era la primavera del año 1976 y Sara aún debería transitar años como presa política en su país.

Daniel Cabezas, hijo de Thelma, supo narrar la experiencia de su madre que, en 1979 y durante 9 meses, permaneció en calidad de desaparecida en la ESMA. Con el dominio de los cuerpos que permite la desaparición forzada, y casi llegando a otra primavera, se monta una nueva operación de prensa, esta vez en Buenos Aires. La revista Para Ti publica el reportaje fraguado “Habla la madre de un subversivo muerto”. Este montaje periodístico se produjo en el marco de la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, bisagra política en aquellos tiempos. Thelma es sacada de la ESMA, y obligada a ser parte de una verdadera puesta en escena que incluyó comprarle ropa, peinarla y maquillarla para luego ser llevada a un bar donde se produce una entrevista periodística con una madre que se hace responsable por la muerte de su hijo exculpando a los genocidas. Una dirigente del movimiento de derechos humanos cuya desaparición había sido denunciada y que con su presencia mostraba que los organismos mentían. “Apariciones” que trataban de destruir la supuesta mentira de las desapariciones y humanizar la imagen de los genocidas, entre otras cosas.
Ante todxs lxs asistentes y como cierre, Cora Gamarnik, docente universitaria, una estudiosa del fotoperiodismo, desplegó de manera contundente parte de su valiosa investigación sobre el uso de la prensa en dictadura, mostrando como bajo la forma “Ayer el caos/hoy el orden” los medios difundieron el mismo patrón informativo en Chile y Argentina, construyendo las representaciones necesarias para crear terror y realidades que posibilitaran avanzar con los planes represivos. A partir las imágenes de la prensa que Cora compartió, los compañerxs uruguayxs supieron reconocer el mismo patrón en los medios de ese país. Como en un juego de espejos: no importa hacia dónde se mire, la imagen es la misma.

El miedo también se construye y la prensa resultó ser un vehículo imprescindible para ello, sin importar de qué país se tratara.

Chile, Uruguay, Argentina: el recorrido propuesto para esta Visita de las Cinco, trazó un panorama que echó luz y permite afirmar la existencia de las acciones psicológicas bajo el paraguas del Plan Cóndor y el rol de la prensa y el periodismo.

Y es allí, en el uso de los medios de comunicación, donde se plasma el otro pilar del exterminio en nuestra historia latinoamericana: Francia y su Doctrina de Guerra Revolucionaria.

Los franceses llegaron a la Argentina en 1957 y durante muchísimos años formaron a los miembros de las fuerzas armadas de nuestro país: parte de esa formación fue en la doctrina de guerra psicológica. Así como los norteamericanos avanzaron sobre la territorialidad y el dominio físico, material, los franceses supieron aportar respecto de otro dominio y territorialidad: la del “espíritu mismo del hombre” según sus palabras. Conceptualizaron y plasmaron por escrito desde 1951, que la psicología era un “arma” y “renunciar a este arma o utilizarla tímidamente equivale a desarmarnos voluntariamente” (Instrucción Provisoria-Francia), y continuaron diciendo luego que la psicología y los medios de comunicación de masas eran armas poderosas para “ minar la determinación del adversario, suscitar en sus filas cómplices o aliados, obtener opiniones públicas atemorizadas y confundidas, lograr finalmente verdaderas victorias sin recurrir a la violencia o localizándolas y limitándola” (Instrucción Provisoria-1957-Francia). La victoria era el dominio humano para poder sostener un sistema social de injusticias.

Es así como los militares en Argentina mantuvieron áreas específicas en su organigrama que se ocupaban de las acciones psicológicas, con personal capacitado y entrenado para esos fines. Virginia Martínez, coordinadora del Sitio de Memoria ex SID de Uruguay, espacio donde funcionó la inteligencia militar, también contó como ese lugar, hoy preservado, tenía un departamento de acciones psicológicas. Esto pone de relieve la articulación entre la inteligencia militar y la psicología, y las prácticas comunes en Argentina y Uruguay, pero también en Chile, tal como mostró Cora.

Las operaciones de prensa, parte de las acciones psicológicas, iban, entre otras cosas, instalando el miedo que debía profundizarse para convertirse en terror, porque la población aterrorizada es vulnerable y más fácilmente manipulable. Opiniones públicas atemorizadas y confundidas dirán los franceses.

No importaba de qué lado de la Cordillera o de qué lado del río uno viviese, pudimos reconocer al Estado controlando la comunicación, la delimitación de temas y pautas informativas, el ordenamiento sobre qué informar y cómo hacerlo buscando promover en la población el miedo primero, el terror después, construyendo representaciones sobre un activismo político violento, donde los militares eran amigos que llegaban para proteger del caos que imponía el enemigo terrorista, donde mujeres como Sara y Thelma eran modelos de malas madres y los organismos de derechos humanos usinas de mentira al servicio del terrorismo internacional. Qué decir, cómo decir, qué silenciar. Queda claro que la comunicación fue objeto de planificación y acciones sistemáticas y sostenidas en el tiempo.

Retomando lo dicho en el comienzo de esta crónica, el recorrido propuesto permitió visibilizar que las fronteras existieron para nosotrxs, no para el poder genocida o las fuerzas represivas, que el miedo también es fruto de construcciones, que el mismo es necesario para avanzar hacia la posibilidad de disciplinamiento social y que la prensa fue un vehículo desde donde desarrollar acciones psicológicas para modificar prácticas sociales transformadoras.

Es septiembre de 2020, otra primavera, y esta Visita de las Cinco resultó ser un enriquecedor encuentro, un encuentro donde mirarnos, otra vez, desde nuestra historia, con sus dolores y esperanzas, y con la mirada puesta, como siempre, en el NUNCA MAS.