Las paredes de la ex ESMA siguen hablando

El Museo Sitio de la Memoria ESMA busca integrar la Lista del Patrimonio Mundial de la Unesco. Un recorrido por el edificio donde pasaron 5 mil detenides desaparecides.

Por Ludmila Ferrer

En el Museo Sitio de la Memoria ESMA, las paredes hablan. Las manchas de humedad, las capas de pintura color pastel, las vigas, los nombres o marcas rasqueteados en la superficie. Todo es prueba judicial en el proceso de la búsqueda de Memoria, Verdad y Justicia que continúa y forma parte de la candidatura del espacio a formar parte de la Lista del Patrimonio Mundial de la Unesco, una iniciativa que busca darle visibilidad a nivel mundial a los crímenes cometidos por la última dictadura cívico-militar en Argentina.

En la parte externa del museo, los rostros de algunos de los 5 mil hombres y mujeres que estuvieron detenides desaparecides en el ex Centro Clandestino de Tortura y Exterminio están plasmados en un acrílico gigante que cubre la entrada. La decisión se tomó a pedido de familiares: no querían que sus seres queridos volvieran a estar adentro de lo que era el Casino de Oficiales de la Escuela de Mecánica de la Armada.

El recorrido empieza en el hall, donde está la primera marca de cómo los militares buscaron modificar el edificio para desacreditar los testimonios de les detenides que denunciaban el obrar sistemático de la dictadura: la escalera. Por ahí las personas detenidas desaparecidas eran llevadas hasta el subsuelo donde funcionaba la sala de torturas. Para la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en 1979, la Armada tapó el tramo de la escalera que unía el hall con el sótano.

Otra de las principales modificaciones que hicieron al edificio fue el retiro del ascensor. Recién en el rellano del segundo piso, hay una mancha de humedad gigante que delata lo que el cemento y los represores no pudieron borrar. “Necesitamos que el edificio siga transpirando lo que sabe”, dijo Salomé Grunblatt, directora de Relaciones Institucionales del Museo.

Y el edificio transpira. En Pecera, donde les detenides eran obligados a realizar trabajo forzado, un grupo de conservadoras descubrió las marcas que dejó Horacio Domingo Maggio, militante de Montoneros secuestrado en el ‘77 y que logró escapar de la ESMA en el ‘78. “El Nariz”, como lo apodaban, escribió una carta en la que denunció el terrorismo de Estado, dio información sobre otres detenides que pasaron por el centro clandestino -las monjas francesas Léonie Duquet y Alice Domon, la dirigenta montonera Norma Arrostito y la joven sueca Dagmar Hagelin-, sobre los torturadores y dibujó planos del edificio. Maggio fue asesinado en octubre del ‘78 y su cuerpo exhibido ante otres detenides por el represor Jorge “El Tigre” Acosta.

En el sótano hay un video que explica las múltiples modificaciones que sufrió el lugar, las oficinas que alojó, las salas de tortura, que eran el primer lugar por donde pasaban les detenides y también el último: ahí se aplicaban las inyecciones de pentotal antes de los “traslados”, el eufemismo de la Marina para la muerte.

Están, además, otros resabios que no pudieron borrar: los resortes del ascensor y la viga con la que les detenides se golpeaban apenas ingresaban al sótano.

Pero los organismos de Derechos Humanos lograron que las paredes cuenten más historias: la proyección de videos acompaña el recorrido por el museo con los infaltables testimonios en el Juicio a las Juntas, donde les sobrevivientes dan detalles de lo que sucedía; y paneles de acrílico con información, imágenes, textos. En las piezas de las embarazadas están las transcripciones de las cartas que las mujeres eran obligadas a escribir diciendo que “estaban bien” antes de robarles sus hijes.

La candidatura ante la Unesco

En 2015, meses después de la inauguración del museo, la directora de la institución, Alejandra Naftal, dio el puntapié inicial para que se comenzara a elaborar la presentación con el objetivo de que el Museo Sitio de la Memoria sea nominado para la Lista del Patrimonio Mundial de la Unesco.

Mauricio Cohen Salama, coordinador general de la candidatura del museo, explicó que solo el 1 por ciento de los bienes inscriptos en la Lista del Patrimonio Mundial se refiere a violaciones graves de los Derechos Humanos: la Isla de Gorée, en Senegal, el Muelle de Valongo en Brasil, el campo nazi de concentración y exterminio de Auschwitz-Birkenau, en Polonia, el Memorial de la Paz en Hiroshima, el puente viejo de Mostar, en Bosnia-Herzegovina y la prisión sudafricana de Robben Island, que representa el combate contra el apartheid. 

La candidatura es difícil, admitió Cohen Salama, en especial porque el organismo de Naciones Unidas aún no define si seguirán ingresando a la lista nuevos espacios vinculados a la violación de los Derechos Humanos. Las nominaciones se conocerían recién el próximo año y se definiría en 2023.

Y el personal del Museo trabaja con fuerza para lograrlo. Que el Museo Sitio de la Memoria -en representación de todos los Espacios para la Memoria de Argentina- ingrese a la Lista daría visibilidad al lugar, a la incansable búsqueda de Memoria, Verdad y Justicia, al Nunca Más y al hecho de que los crímenes de lesa humanidad cometidos ahí siguen vigentes al día de hoy.

Link: https://elgritodelsur.com.ar/2021/09/recorrido-por-memoria.html