Museo Sitio de Memoria Esma: un símbolo argentino que puede ser patrimonio de la Humanidad

Espacio de Memoria y  Derechos Por Paula Viafora | Fotos: Juli Ortiz

Con motivo de la postulación del Museo Sitio de Memoria Esma al Patrimonio Mundial de la Unesco, se están intensificando los recorridos y las visitas para que se siga dando a conocer la nominación y que sea sostenida y acompañada cada vez por más sectores sociales tanto nacionales como internacionales.

Desde AGENCIA PACO URONDO también recibimos la invitación y fue muy enriquecedor recorrer junto a colegas de otros medios este Museo tan particular. El hecho de que forme parte del Humanos Ex Esma, lugar que fuera Espacio de Memoria y  Derechos, uno de los mayores Centros Clandestinos de Detencion, Tortura y Exterminio durante la ultima dictadura civico-militar es solo el punto de partida.

Se trata de un edificio, que a diferencia del museo tradicional, se encuentra completamente vacío. Los retratos de los detenidos que pasaron por allí, están es una especie de mural de vidrio que cubre la entrada. Afuera. Ese fue un pedido de las Madres. Sus hijos ya estuvieron demasiado tiempo adentro. Ahí, nunca más. Pero tan grande la carga simbólica y emocional que se experimenta al recorrerlo que la falta de objetos se torna casi imperceptible.

El audiovisual de unos quince minutos de duración que da comienzo a una visita de aproximadamente dos horas, integra las causas, acciones y consecuencias de la dictadura, sin exagerar y sin minimizar los horrores del periodo. Así empieza: “En la Esma, estuvieron detenidos-desaparecidos cerca de 5000 hombres y mujeres. Militantes políticos y sociales, de organizaciones revolucionarias armadas y no armadas, trabajadores, trabajadoras y gremialistas. Estudiantes, profesionales, artistas y religiosos. La mayoría de ellos y ellas fueron arrojados vivos al mar”.

A partir de allí es recorrer y compartir paredes y sectores en donde los detenidos sufrían todo tipo de carencias, torturas, dolor, necesidades y desesperanzas.

Desde la salita pegada a “Capucha” donde las detenidas embarazadas daban a luz a sus hijos, hasta el sótano, que era el lugar previo a “los traslados” que en su mayoría tenían como destino final ser pasajeros de los siniestros vuelos que aún nos sigue costando concebir. Este edificio que como dicen los guías de la visita “sigue hablando” es aún prueba judicial y debe permanecer inalterado. No se tocan las paredes y por sectores se transita sobre un pasarela de madera para proteger el piso. El tiempo le va arrancando secretos. Por ejemplo, manchas de humedad más recientes en algunas paredes, brindaron los indicios de una reforma precipitada que se hizo, antes de la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, para reemplazar un ascensor y una escalera para que la descripción que pudiera hacer algún ex detenido interrogado no coincida con la disposición de edificio. Sin embargo, entre las manchas y los resortes del ascensor que se encontraron enterrados debajo del sótano, se comprobaron los cambios. Pareciera que esas paredes no pudieron seguir escondiendo y cobijando tanto horror.

Consideramos importante que se acompañe y sostenga la postulación desde vastos sectores sociales. Sobre todo por la difusión mundial que tendrá el Museo y  su trascendencia hacia el futuro, sin miedo a que algún gobernante decida disponer del predio. Hace visible la relación entre patrimonio cultural y derechos humanos: es un espacio de denuncia del terrorismo de Estado y de la transmision de la memoria. Un testimonio único de crímenes de lesa humanidad y un símbolo del valor del consenso social como medio para lograr justicia.

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